viernes, 25 de septiembre de 2020

Investigando las trampas de la mente y su efecto estresor

Trampas mentales

   Hoy, cuando el mundo está severamente afectado por la pandemia del Covid-19, les escribo acerca de las trampas de la mente, el mayor de los sin sabores del ser humano y que ha hecho de las suyas en estos meses dolorosos de pandemia. Cómo identificar y gestionar dichas trampas, es fundamental para que el bienestar emocional retorne a cada uno de los afectados de alguna forma, bien sea por el efecto del aislamiento o por la pérdida de un ser querido. Para ello, expongo un ejemplo de una historia ficticia con intención didáctica que facilite la comprensión de los conceptos que manejo más adelante, y con ello, poder identificar de una manera más amena y más sencilla, estas trampas que la mente genera.


La historia de María

   María se despierta por la mañana sintiendo mucha ansiedad. El corazón le late aceleradamente y tiene un nudo en el estómago. Sabe por qué; esa mañana tiene que presentar un informe estadístico muy importante a su Jefe, pero carga encima la preocupación de que su mamá de 80 años pueda ser víctima del Covid-19 por condición pre-existente de patología congénita de infartos familiares, y dejarla sola la martiriza, lo cual le resta la concentración que se requiere para preparar adecuadamente dicho informe.

   Le cuesta levantarse de la cama porque su cabeza está dándole vueltas a sus dos problemas: el informe y la salud de su mamá. “¿Y si lo hago todo mal? Siempre me pongo tan nerviosa… ¿Y si me tiembla la voz? Se darán cuenta. Sabrán lo insegura que soy, y pensarán que soy una incompetente. Va a ser un desastre. Ellos no sabrán comprender mi preocupación por mi mamá. Quizá debería llamar diciendo que estoy enferma. Jamás llegaré a ninguna parte si no soy capaz de manejar este tipo de cosas.”

   Después de darle vueltas a estos a estos pensamientos, María finalmente se levanta de la cama para ir al trabajo, se coloca sus accesorios de bioseguridad, aborda el bus contratado por la empresa para trasladar el personal que labora en el sector de la Salud que en tiempos de cuarentena social labora horarios restringidos; y encomienda su mamá a Dios. Se pasa toda la mañana revisando el orden del día y examinando sus notas, sin dejar de pensar en su octogenaria madre que quedó solita en su casa, martirizándose por antecedentes genealógicos de familiares fallecidos por problemas con el corazón.

   Entra en la sala de reuniones y durante cuarenta minutos desarrolla los puntos del orden del día. Tiene la boca seca, pero no le tiembla la voz. No aparta los ojos de sus notas, levantando la mirada sólo cuando es estrictamente necesario. Entonces ve a alguien bostezando. “La gente se está aburriendo”. ”Estoy metiendo la pata. Debería parar antes de que la cosa empeore”, piensa. Y de remate, se imagina cosas terribles por la condición de su mamá. Cada vez, María está más envuelta en las trampas de la mente, y probablemente bajo el estado emocional del momento le haga tomar acciones precipitadas.

   Durante un instante. Se siente aliviada porque la reunión haya acabado, pero entonces las preocupaciones entran a hurtadillas en su cabeza. “¿Cómo le explicaré a mi jefe que no desarrollé todos los puntos que me pidió incluir en mi informe?”…… y, mamá ¿cómo la estará pasando?.

   ¿Qué salió mal? El miedo de María a hablar en público unido a su comprensible angustia por su progenitora, la convirtieron en víctima de varias trampas psicológicas: estos es, patrones de pensamientos, sentimientos y reacciones que parecen razonables, aparentemente a corto plazo, pero que con el tiempo lo único que hacen es empeorar los problemas.


¿Cuáles son las trampas de la mente que afectaron a María?

Rumiación

   La excesiva preocupación de María por la reunión la llevó a darle vueltas al asunto y a cavilar sobre ellas de manera inútil. La rumiación difiere del pensamiento constructivo en que no resuelve ningún problema, los empeora

Evitación

   María utilizó una forma sutil de evitación al mantener la mirada en sus notas la mayor parte del tiempo. Pero esto resultó contraproducente: no vio cuando las personas parecían sinceramente interesadas. Y cuando por casualidad pilló a alguien bostezando y mirando la hora, automáticamente supuso que todos habían estado haciendo lo mismo desde el principio.

Conducta inducida por las emociones

   Suele ser impulsiva y temeraria. Para escapar de los sentimientos incómodos actuamos sin considerar las consecuencias a largo plazo. Cuando María se dio cuenta de que alguien parecía aburrido, se sintió tan angustiada y desanimada que dio por terminada la reunión. Durante un instante se sintió aliviada. Pero pronto se arrepintió y empezó a preocuparse por las consecuencias.

Autocrítica

   La crítica es útil cuando es constructiva, pero María se juzgó de una manera vaga e irracional. Debilitó su energía y su motivación y le impidió desarrollar sus habilidades. Es fundamental tratarse bien.

   Ante todo, es fundamental para afrontar situaciones incómodas o sufridoras aprender a tomar consciencia de las señales que nuestro cuerpo nos da y tratarnos a modo de información, siempre de modo justo, comprensivo y amable. La mente va juzgar la situación, debido a todo el bajage recorrido y que sin darnos cuenta hemos creado. Yo la llamo «zona del sufrimiento». Igualmente, si crees que llevas mucho tiempo lidiando con esas sensaciones y la mente se está volviendo más persistente, y quieres mejorarlo, no dudes en consultar con un profesional. Así evitaremos agrandar la «zona del sufrimiento».

   Pero, son más las trampas de la mente que se pueden enunciar. Estas 4 primeras dan una idea de en qué consisten esas trampas y las repercusiones en cualquier ser humano que desconozca de este tema tan importante y que es muy común en la gente. Sigamos entonces con la explicación de las otras trampas que pude investigar (que expongo en el ítem final PAUTAS HABITUALES DE PENSAMIENTO), pero ya en términos más generales y descontextualizados de la historia de María. Sin embargo, conviene dar un fundamento teórico previo de las trampas mentales y lo hago a continuación.


Fundamento teórico de las trampas de la mente

   Hay momentos en que nuestra percepción de la realidad está distorsionada. Nuestras creencias y la forma en que procesamos las situaciones pueden llevarnos a tener ideas sesgadas. Nos volvemos propensos a cometer errores y a juzgarnos mal a nosotros mismos y a los demás. ¿Cuantos pensamientos y acciones, que llevamos a cabo habitualmente, atrapan nuestra atención, nuestro tiempo y nuestra energía? ¿Cuanto nos desvían del logro de nuestras metas?

   Todos caemos día a día en nuestras propias trampas mentales, pero ¿sabemos cuáles son? Es seguroque al descubrirlas y erradicarlas, estarás más cerca de alcanzar tus metas.

   Estas trampas mentales pueden ser patrones de pensamientos tóxicos o sesgos cognitivos que deforman nuestro punto de vista y pensamiento. Nuestra capacidad de triunfar puede verse frustrada fácilmente por estas formas de pensar alteradas. Domar estos errores de pensamiento interno te permitirán tomar control de tu vida y aumentar tu capacidad para triunfar.

   Y sin embargo, no nos resulta fácil deshacernos de ellas porque tienen 3 características que las hacen muy resistentes :

   – son inconscientes, no nos damos cuenta de que están ahí.

   – son aparentemente inocuas, no vemos el perjuicio que nos causan o no nos parece lo suficientemente importante.

   – son familiares, llevan mucho tiempo con nosotros y hasta les hemos agarrado cariño y confianza. Se han convertido en un hábito.

   Son estas tres características las que explican por que el Coaching es una metodología muy eficaz para combatirlas. Al trabajar la CONSCIENCIA las hacemos visibles, nos damos cuenta de su existencia. Luego tomamos RESPONSABILIDAD sobre ellas y reconocemos el perjuicio que nos causan y su inutilidad, así como el beneficio que nos reporta deshacernos de ellas, y activamos los recursos necesarios para hacerlo. Y por último, tomamos la determinación de expulsarlas de nuestras vidas y emprendemos las ACCIONES necesarias para ello.

   Pero es importante puntualizar los aspectos negativos y positivos relacionados con estas trampas. Comencemos por la parte negativa: tu mente te engaña. La realidad la observas con unas gafas que llevan unos determinados filtros. Dichos filtros hacen que ante un mismo acontecimiento (un cambio, una mala noticia o un ruptura), haya personas que lo contemplen como una maravillosa oportunidad y otros, que se ahoguen en un vaso de agua. Los filtros son tan potentes, que actúan como trampas, que nos atrapan y que nos introducen en emociones no siempre agradables. Por eso, dependiendo de tus filtros o de tus trampas, sufrirás o disfrutarás con lo que haces. Ya lo hemos dicho: la mente es capaz de engañarse a sí misma hasta jugando al solitario.

   Ahora bien, el aspecto positivo es que eres capaz de cambiar los filtros y contemplar la vida de un modo más amable. La realidad no puedes modificarla (si te han despedido, te han despedido; si te han abandonado, te han abandonado…), pero sí puedes modificar la interpretación de la misma y, con ello, transformar tus emociones (tengo oportunidad de comenzar un proyecto de trabajo que me ilusione o existen nuevas experiencias en el amor que puedo comenzar a vivir…). En definitiva, puedes escaparte de tus propias trampas, aunque no sea fácil.

   Es habitual y conocida la expresión de que uno es, a veces, su mayor crítico, y que a través de la autocrítica puede convertirse en su peor enemigo. Este tipo de actitudes y pensamientos negativos suelen acrecentar el estrés y la depresión, pero pueden ser revertidos tal como se planteó en el párrafo anterior.

   Es habitual y conocida la expresión de que uno es, a veces, su mayor crítico, y que a través de la autocrítica puede convertirse en su peor enemigo. Este tipo de actitudes y pensamientos negativos suelen acrecentar el estrés y la depresión, pero pueden ser revertidos tal como se planteó en el párrafo anterior.

   La importancia de esta publicación para enfrentar ese al estrés es aportar los conceptos que le ayuden a ver las trampas mentales que pudieran estar contribuyendo al mismo o a su reacción. Estas trampas son hábitos que suelen intensificar el estrés y el sufrimiento. Cuando las reconocemos, podemos evitarlas. Quizás, al comienzo, solo las reconozcamos después de caer en ellas, pero luego las veremos antes de caer en ellas y, finalmente, con el tiempo y la práctica, podremos verlas aproximarse —quizás no todas las veces, pero sí lo suficientemente a menudo como para provocar un verdadero cambio en nuestro estrés, en nuestro bienestar y en el modo de experimentar la vida.

   Es difícil pero no imposible. ¿Cómo puedes hacerlo? Cada vez que te asalte un pensamiento negativo, recapacita en qué trampas estás cayendo. En la medida que conozcas tus trampas mentales, podrás distanciarte de ellas. Es decir, si te viene a la mente: “Siempre me pasa a mí lo peor” en vez de introducir más leña al fuego y enfadarte con lo que te ha sacado de quicio, toma distancia y observa que estás generalizando. “¿Seguro que siempre te pasa lo peor? ¿Nunca te ha ocurrido nada bueno?” Verás que no es cierto. Que hay cosas buenas y otras no tan positivas. Pero la generalización te aleja de la realidad, te impide ver otras cosas más amables y lo que es peor, te puede llevar a emociones incómodas.


LA CHARLA NEGATIVA CON NOSOTROS MISMOS

   Continuamente estamos hablando con nosotros mismos. Y también tenemos un estilo automático de pensar e interpretar los eventos que nos ocurren. Lamentablemente, sin embargo, este monólogo interno suele ser negativo. No revelaríamos ningún secreto si dijésemos que nosotros solemos ser nuestros peores críticos. La gente suele ser muy dura consigo misma. No es de extrañar que, después de hacer algo que lamenta, se diga algo así como: «Soy un idiota», «No sirvo para nada», o llegue incluso, en ocasiones, a pensar: «Me odio». Quizás, después de revisar una acción de la que se arrepiente, saque la conclusión errónea de que: «Jamás lo haré bien. Nadie me ayudará y las cosas nunca cambiarán». ¿Cómo se sentiría si alguien le dijese ese tipo de cosas? Seguro que se desalentaría, se enfadaría y dejaría incluso de ver a esa persona.

   Los sentimientos de estrés, ansiedad o pánico son gafas que distorsionan nuestra visión de la realidad tornándola más inquietante todavía. De ese modo, el casete de la ansiedad sigue reproduciéndose incesantemente en nuestra cabeza, intensificando el miedo y abriendo las puertas al pánico. Pensar descuidadamente «No soy bueno», «Nadie me entiende» o «Jamás encontraré una pareja» y creérnoslo acaba desembocando en el estrés, la ansiedad y la depresión.

   También hay que tener en cuenta las valoraciones críticas que hacemos de nosotros mismos, del tipo: «Soy una mala persona», «Nadie me entiende», «Soy una persona rara» o «Soy la persona más indeseable del mundo. Nadie me encuentra atractivo y nadie se interesa por mí».

   la idea es considerar los pensamientos, incluidos los pensamientos desagradables, no tanto como hechos, sino como puros eventos mentales.

   Cuando adviertas la emergencia, en tu mente, de un pensamiento, podrás entonces considerarlo como un mero evento mental. Puedes tomar conciencia de su emergencia y advertir también el momento en que acaba desvaneciéndote. Insisto, esta publicación, puede ayudarte a darte cuenta de los contenidos que afloran en tu mente y cobrando simplemente conciencia de cómo aparecen y acaban desapareciendo. Expande tu mente al comprender cómo las trampas mentales deforman tu realidad y te impiden tener éxito, muchas de las cuales las he presentado en esta publicación exhaustiva, pero que no dudo que algunas otras trampas pudieran engrosar la lista de las que acá te presento.


PAUTAS HABITUALES DE PENSAMIENTO

   También es posible que, además de quedarnos atrapados en un diálogo negativo con nosotros mismos, caigamos en pautas de pensamiento que nos mantienen estancados y deprimidos. Y conviene, puesto que se trata de pautas que funcionan automáticamente, que nos familiaricemos con ellas para darnos así cuenta del momento en que afloran. Veamos ahora varias pautas de pensamiento negativas a fin de que el lector pueda reconocer aquellas en las que esté implicado. El objetivo del ejercicio no consiste, obviamente, en juzgarse, sino en aumentar la conciencia de alguna modalidad de pensamiento en la que pudiera estar atrapado. Quizás, de este modo, disponga de la oportunidad y la capacidad para contemplar la situación desde una perspectiva diferente, o de considerar sus pensamientos como eventos en lugar de hechos.

La trampa de las Creencias autolimitantes

   Nada limita tu potencial y tu capacidad de tener éxito tanto como la duda y otras creencias limitantes. Te dices a ti mismo que no puedes o no debes hacer las cosas. Estas creencias autolimitantes te descarrilarán y te convencerán de que no tienes lo necesario para tener éxito.

   Frecuentemente estas creencias se forman a través de experiencias negativas. Si permites que las creencias autolimitantes se arraiguen, se volverán veneno para tu capacidad de alcanzar todo tu potencial. En lugar de decirte que no puedes, pregúntate "¿Cómo puedo hacerlo?"

La trampa de la Generalización

   Generalizar está asociado a palabras como: siempre, todo, nunca…Aquí se enmarcan las frases de tipo “Nunca me hablas cuando ves la televisión”, “Mi jefe siempre me ignora”, “O todos los italianos comen pasta dos veces al día”… Puede que sea habitual, pero seguro que hay ciertas excepciones.

   Una variante de generalizar es el "Etiquetar antes de conocer“. Por ejemplo: Los españoles son toreros” o “Las rubias son tontas”, además de generalizar se está etiquetando y está claro que es erróneo, aunque por supuesto haya españoles toreros y rubias con poco cociente intelectual.

La trampa del Catastrofismo

   El catastrofismo es un estilo de pensamiento que amplifica la ansiedad. Quien incurre en esta pauta de pensamiento imagina, en situaciones difíciles, la emergencia del peor escenario posible. Así por ejemplo cuando, en tal caso, alguien dice que está lloviendo mucho, la persona en cuestión puede responder: «Sí. Parece que nunca dejará de llover. Seguro que habrá una inundación y se perderá toda la cosecha».

   En el catastrofismo anticipamos cualquier acontecimiento de un modo negativo. Una frase habitual está relacionada con ¿Y si?... “¿Y si va mal toda la fusión?”, “¿Y si me equivoco?”… Date tiempo para comprobarlo y para equivocarte, pero no te agobies anticipadamente

La trampa del «debería haber hecho» o la trampa del lamento:

   Es continuar ocupándonos, lamentándonos, preguntándonos, por una situación pasada sobre la que no hay nada que hacer, por una decisión tomada que ya no tiene vuelta atrás, por un problema que ya no se puede resolver, por un proyecto o plan que ha fracaso y sobre el que ya no se puede hacer nada.

   Ejemplo: contratamos a alguien para realizar un trabajo y al poco tiempo nos damos cuenta que no era lo que buscábamos, que no funciona y que la relación tiene que concluir. Y una y otra vez nos preguntamos por qué lo hicimos, por qué no me di cuenta de que no cumplía todos los requisitos el perfil, por qué no entreviste a más personas, por qué no evalue mejor los pros y contras…

   Todo ese tiempo dedicado a formular y responder «por qué» es un tiempo perdido, porque nos está alejando de tomar la decisión de reemplazar a esa persona o de buscar soluciones a la situación que actualmente tenemos. Nos estamos enfocando en el problema, en vez de centrarnos en buscar la solución.

   Con la trampa del lamento no solo derrochamos el tiempo sino también nuestra creatividad, al invertir nuestros pensamientos en cambiar un pasado que es inmutable, en lamentarnos y preguntarnos por todo lo que «deberíamos haber hecho», en vez de crear opciones para construir un futuro mejor.

   Detrás de esta trampa mental están sentimientos de culpa y vergüenza muy arraigados en nuestra cultura occidental, y especialmente en la latina. Estos sentimientos nos atan al pasado para buscar un perdón y una redención, que para nada ayuda a aprender, ni a actuar en búsqueda de soluciones, ni a lograr cambios.

La trampa de la Procrastinación

   Es cuando hemos decidido hacer algo y no somos capaces de pasar a la accion y ejecutarlo, encontrando mil excusas para justificar no hacerlo y porque no lo hemos hecho , y mil actividades alternativas en las que emplear nuestros esfuerzos que para nada nos acercan a nuestra meta.

   Ejemplo: quiero poner en marcha mi blog en 1 mes y para ello necesito escribir 10 artículos antes de esa fecha. Van pasando los días y no tengo ninguno porque estoy esperando a que me visite la inspiración, a encontrar los títulos o temas perfectos sobre los que escribir, el momento del día en que este más tranquila, etc, etc, etc. Faltando 1 semana me pongo a escribir los 10 artículos que no he escrito durante el mes, y claro no me da tiempo y surge la angustia. No los puedo hacer todo lo bien que podría porque ya no hay tiempo, y al final solo tengo 5 artículos y mi blog no se puede poner en marcha.

   Detrás de la procastinacion está el miedo que nos produce una tarea porque creemos que no tenemos actualmente la capacidad suficiente para realizar. También esta el impulsor de la personalidad «los demás siempre primero» que nos arrastra a decir si a todo lo que nos piden los demás sin pensar en nuetros intereses y objetivos. El establecimiento de objetivos que no estan conectados con nuestras verdaderas motivaciones tambien acaba desembocando en la procrastinacion.

   La procrastinacion se alia muchas veces con la trampa del lamento, pues despues de haber procrastinado suelen surgir sentimientos de culpa que nos llevan a preguntarnos una y otra vez porque hice esto en vez de aquello o porque no hice lo que tenia planeado hacer. Asi entramos en un circulo vicioso que nos atrapa nuestro tiempo, pensamientos y energia.

La trampa de la Multitarea

   Es cuando hacemos varias cosas a la vez que requieren nuestra atencion consciente.

   Ejemplo: Mientras estoy atendiendo una llamada de un cliente, estoy enviando un mail, o un whastapp, o navengando por internet.

   Mucha gente todavía cree que hacer muchas cosas a la vez es efectivo y que significa tener una gran capacidad de trabajo, y sin embargo diversos estudios científicos demuestran que la multirarea produce estrés, reducen la efectividad y afectan negativamente a nuestras capacidades cognitivas.

   Es imposible prestar atencion consciente a dos cosas a la vez, pues la atencion no es divisible. Lo que hacemos con nuestra atencion en la multitarea es, o bien mantenerla en una de las tareas que estamos haciendo y pasar el resto a atencion inconsciente, o bien pasar intermitentemente nuestra atencion consciente de una tarea a otra. Tanto uno como otro conduce a errores, nos impide disfrutar de lo que hacemos, nos impide aprender y además supone un consumo ingente de energía.

   Detrás de esta trampa esta el deseo por ganar tiempo al tiempo, creyendo que haciendo dos o mas cosas a la vez ahorramos tiempo, cuando ocurre lo contrario. La impulsividad también es otra causa de la multirarea, pues nos lleva a veces a no saber posponer nuestra dedicación a algo que nos resulta mas agradable que lo que estamos haciendo. No tener claras las prioridades también es una causa de la multitarea.

La trampa de Exagerar lo negativo y descartar lo positivo

   Son dos pautas asociadas que, sin prestar atención a las experiencias y estados de ánimo positivos y magnificando los detalles negativos, intensifican la ansiedad y la depresión. Un ejemplo de ello es el caso de quien, pese a empezar haciendo un comentario positivo, continúa diciendo “pero” y acaba con un comentario negativo (como, por ejemplo: «El trabajo me va bien, pero todavía cometo muchos errores»). Esta forma de pensar descarta lo positivo y confiere más poder a lo negativo. Trate, si tal es su caso, de reemplazar “pero” por “y” para ponderar por igual ambos aspectos.

La trampa de "Leer el pensamiento de otros"

   Esta pauta se basa en el convencimiento de que, por actuar de tal o de cual modo, sabemos lo que los demás están pensando sin tener, de ello, la menor evidencia objetiva. Este tipo de interpretaciones pueden llevarnos a asumir incorrectamente que alguien no nos tiene en cuenta o que le desagradamos, lo que tiende a intensificar la ansiedad y la depresión.

   “Seguro que ha pensado que soy un desastre”. Aquí es cuando se hace alarde de vidente o de echador de cartas. Imaginamos que los otros piensan de nosotros cosas peores de lo que realmente ocurre. También puede ser al contrario, si caemos en un cierto narcisismo. En cualquier caso, es presuponer y sufrir si es algo negativo.

La trampa de la Obsesión con el perfeccionismo

   Constituye la mejor de las recetas para intensificar el estrés, porque nos obliga a estar continuamente en guardia. Y es que, cuando no nos permitimos cometer errores, nos vemos obligados a defender nuestras opiniones y acciones con uñas y dientes.

   La superación personal y el deseo de ser la mejor versión de ti mismo pueden ser es algo bueno: puede motivarte a continuar aprendiendo y creciendo. Pero también debes aceptar que no eres perfecto. De hecho, nadie lo es; eso es parte de ser humano. Si estás obsesionado con el perfeccionismo, o si no puedes contentarte a menos que cada detalle sea perfecto, estás permitiendo que el perfeccionismo te frene.

   La verdad es que tu perfeccionismo está alimentado por el miedo. Miedo a la crítica o al rechazo. Temor de que todos vean tus defectos y te juzguen por ellos. Permitir que el perfeccionismo regule tu vida evitará que cruces la línea de meta y te hará perder fechas límite importantes. Te alejará de los demás. En última instancia, estar obsesionado con el perfeccionismo puede privarte de apreciar y celebrar tus logros, porque nada será lo suficientemente bueno.

La trampa de Dramatizar

   En este apartado se encuentra cualquier exageración del tipo “Todo ha sido horrible” o la queja constante. He visto auténticos profesionales que dramatizan para llamar la atención y lo que consiguen es generar emociones incómodas a su alrededor y a ellos mismos.

La trampa de la "Solo ver lo que quieres"

   ¿Alguna vez leíste un informe e interpretaste los hechos de una manera, mientras que un colega lo analizó de una manera completamente diferente? Parte de la razón por la que esto sucede es que todos vemos las cosas a través de nuestra propia lente. Como resultado, nuestra perspectiva puede tener un sesgo importante que nos detiene. Esta trampa mental está vinculada a tener un sesgo de confirmación, que es la tendencia a ver las cosas de una manera que confirma nuestras propias creencias.

   Muchas veces buscamos exponernos solo a puntos de vista que sean consistentes con los nuestros. No nos esforzamos por ver otros puntos de vista. En cambio, interpretamos la información por lo que está de acuerdo con nuestra perspectiva. Esto es especialmente cierto para asuntos a los que estamos emocionalmente apegados o en los que tenemos creencias profundamente arraigadas. No es difícil ver cómo esto puede llevar a una toma de decisiones defectuosa que puede tener graves consecuencias en nuestra capacidad de tener éxito.

La trampa de la Hiperresponsabilidad

   Caemos en esta trampa cuando nos sentimos los salvadores del planeta y creemos que nuestro mundo no puede continuar sin nosotros. “Yo soy quien debo hacerlo todo”, “Necesito tenerlo todo absolutamente controlado porque si no, ya se sabe…” El agotamiento que genera para uno mismo esta trampa es considerable.

La trampa del Miedo al cambio​

   El viejo adagio que dice "Si no está roto, no lo arregles" es un reflejo directo de nuestro miedo al cambio. Incluso si no es evidente en la superficie, muchos de nosotros sentimos que es más seguro y más fácil mantener las cosas iguales. Después de todo, si funciona, ¿por qué meterse con eso? Sin embargo, el cambio es inevitable, nos guste o no. El éxito proviene de la innovación y la resolución creativa de problemas, lo cual es un reflejo de nuestra capacidad de aceptar el cambio y fomentar el crecimiento.

   Parte de la razón por la que preferimos mantener las cosas iguales es porque tenemos un sesgo de status quo . Vemos el status quo como la referencia que queremos mantener. Este tipo de mentalidad obstaculizará tu crecimiento, dificultará tu adopción de la innovación y te hará resistente a la implementación de los ajustes necesarios. Si no se controla, un sesgo de status quo puede evitar que asumas riesgos y aproveches las oportunidades.

La trampa de Esperar demasiado tiempo

   ¿Con qué frecuencia escuchamos que un CEO o un líder empresarial invierte tiempo y dinero en proyectos que obviamente nunca van a funcionar? Lo que pudo haber comenzado como una buena idea simplemente no va a funcionar. En lugar de alejarse, duplican el plan y continúan inyectando recursos, esperando poder hacerlo funcionar.

   Esta es la trampa de la falacia del costo perdido. Los costos perdidos son las inversiones que hacemos en algo que no podemos volver a sacar adelante. Cuando te das cuenta de que algo está condenado al fracaso, es hora de contar tus pérdidas, sin importar lo que hayas puesto en la inversión inicial. De lo contrario, solo estarás arrojando buen dinero, tiempo, energía y recursos algo que ya está muerto.

   Continuarás desperdiciando su capital, ya sea porque no quieres admitir que cometiste un error o porque no tienes un plan alternativo para tomar su lugar. Debes dejarlo ir y reiniciar tu curso. Esto te permitirá encontrar nuevas oportunidades y crear un éxito verdadero.

La trampa de Pensar que eres un fraude

   No importa cuánto logremos, cuán exitosos seamos o cuánto nos admiren los demás, muchos de nosotros sufriremos de una creencia arraigada de que realmente somos un fraude. Nos sentimos como actores, representando un papel que realmente no cumplimos.

   Este patrón de pensamiento se llama síndrome de impostor y se da cuando dudas de la validez de tus propios logros y te da miedo de ser expuesto como un fraude. Generalmente se desencadena por un nuevo logro, como conseguir un nuevo trabajo o completar una meta. Comienzas a sentir que no mereces o no ganaste realmente este logro.

   El síndrome del impostor se puede relacionar con la ansiedad, la depresión y la duda. Puede hacer que postergues o evites tomar riesgos, y afecta tu carrera y éxito al sentir que debes probarte continuamente.

La trampa de los Pensamientos en blanco y negro

   Todos tenemos una tendencia a simplificar las cosas como buenas o malas. Estamos a favor o en contra de algo. A menudo, nos sentimos incómodos con la ambigüedad y puede ser difícil ver el término medio. Este tipo de pensamiento polarizado en blanco y negro puede limitarnos a ver las cosas como realmente son. La realidad generalmente se encuentra en algún lugar en el medio. Simplemente, la vida no es blanco o negro.

   Cuando polarizamos nuestro pensamiento, limitamos nuestra capacidad de ser flexibles e imparciales. La mayoría de las veces, no hay una respuesta correcta, sino una variedad de respuestas que pueden funcionar. Una vez que dejas de lado el pensamiento en blanco y negro, puedes ver que el mundo es realmente un arcoíris complejo. Solo necesitas abrir tu mente a diferentes posibilidades.

La trampa del debería

   También es una pauta de pensamiento muy habitual que no solo puede intensificar el estrés, sino hacernos sentir también culpables o enfadados. Esta pauta establece una lista de reglas que nadie, ni nosotros ni los demás, puede quebrantar. Cuando, en tal caso, uno rompe esas reglas, se siente culpable, por no haber vivido de acuerdo a sus expectativas, y si es otro el que las rompe, probablemente acabe enfadándose con él.

   Aquí sustituimos el deseo como una obligación que, además, nos hace sufrir: “Debería continuar esta relación”… en vez de reconocer que “necesito continuar esta relación”. Cuando hablas de lo que realmente necesitas, te sientes más fuerte para asumir tu decisión.

La trampa de Saltar a conclusiones

   ¿Alguna vez analizaste mal a una persona, creyendo lo peor de ella pero al final resultó que te equivocaste? ¿Alguna vez ha juzgado mal o malinterpretado una situación basada en tu propia percepción?

   Esto es lo que sucede cuando hacemos suposiciones y sacamos conclusiones sin tener toda la información. Lo más inteligente es permanecer objetivo y reunir toda la información y los detalles antes de tomar una decisión. Pero muchas veces hacemos presunciones o generalizamos una situación porque no podemos distinguir entre lo que observamos y lo que inferimos.

   Cuando hacemos esto en los negocios, o tomamos decisiones erróneas basadas en supuestos, nos abrimos a una gran cantidad de problemas e impactos. Es posible que estés creando grandes obstáculos que te impiden el éxito.

La trampa de Culpar a los demás

   La naturaleza humana es querer culpar a los demás por los problemas que enfrentamos, o creer que nuestros problemas son producidos por causas externas. ¡Seguro que no tenemos la culpa! Pero el chivo expiatorio o la culpa injusta a los demás es un mecanismo destructivo que crea hostilidad, vergüenza y una atmósfera adversa y tóxica.

   Aquellos que son injustamente atacados se sienten traicionados e intimidados. Aquellos que echan la culpa crean drama innecesario y son incapaces de ver claramente un problema. Fracasan pues nunca aprenden de sus errores y jamás se hacen responsables de sus propias acciones. Cuando culpas constantemente a los demás, te ves mezquino y poco profesional, y aquellos a tu alrededor perderán el respeto por ti.

La trampa de Tratar de controlar todo

   Si quieres que algo se haga bien, será mejor que lo hagas tú mismo. Eso es lo que nos decimos a nosotros mismos para justificar el micromanagement. Pero si crees que tienes que hacerlo todo y te niegas a recibir ayuda, es probable que seas un fanático del control y te estés preparando para el fracaso.

   Los altos estándares no son malos, pero si son tan altos que son inalcanzables, debes reconsiderar tus requisitos. Si intervienes constantemente en todo lo que te rodea, estás reduciendo la productividad de tu negocio.

   Los fanáticos de control a menudo tratan de ejercerlo sobre los demás como una forma de evitar confrontar sus propias vulnerabilidades. Creen que su nivel de perfección evitará exponerse a riesgos externos. Pero la verdad es que simplemente no podemos controlarlo todo. El truco es reconocer aquello sobre lo que sí tienes control: tu comportamiento, tus pensamientos, tus sentimientos. Enorgullécete de tu trabajo y siempre haz tu mejor esfuerzo. Pero siéntete empoderado y ten confianza suficiente en ti mismo y en los demás para saber cuándo dejar que otros hagan el trabajo.

La trampa de la Persistencia

   La trampa de la persistencia consiste en continuar con una actividad o un proyecto que ha dejado de tener sentido o valor para nosotros.

   Ejemplo: nos asociamos con otras personas para llevar a cabo un proyecto que nos ilusiona. Van pasando los meses y debido a la diversidad de opiniones se van incorporando modificaciones al proyecto hasta convertirlo en algo muy distinto al inicial. El proyecto ya no nos ilusiona, ni nos motiva y no tiene nada que ver con nuestros intereses, y aún así, seguimos involucrados en el e invirtiendo nuestro tiempo en el, aunque dejarlo no nos suponga ningún perjuicio.

   Cuando iniciamos el proyecto o la actividad si tenía un valor, pero en el camino dejo de tenerlo, y por no verlo, por no querer asumirlo, seguimos insistiendo. Persistir es una trampa mental porque nos lleva a seguir invirtiendo nuestro tiempo y esfuerzo en algo que ha dejado de tener sentido o de contribuir al logro de nuestros intereses y objetivos.

   Ojo: Persistir es muy distinto de perseverar, que implica firmeza en la consecución de los objetivos a pesar de las dificultades y los obstáculos.

   Detrás de la persistencia está la creencia limitante de que hay que acabar todo lo que se empieza. También está la idea de que abandonar implica perder todo lo invertido (tiempo, dinero, trabajo) hasta la fecha en el proyecto o actividad, cuando la pregunta es ¿y lo que voy a seguir invirtiendo sin ninguna utilidad? ¿Y lo que voy a perder de emplear en actividades más productivas o más conectadas con mi meta?

   También nos engañamos pensando únicamente en los perjuicios de abandonar, sin prestar atención a los beneficios. Es nuestra manera de justificar la persistencia.

   Lo que te desconecte, te aleje o te desvié de tu meta y tu propósito ha perdido su valor, abandonalo y no dejes que te atrape.

   Consiste en hacer a los demás responsables de nuestro sufrimiento o en hacernos, por el contrario, responsables de los problemas ajenos. La culpa siempre implica a alguien o algo externo causante de nuestro sufrimiento o de nuestro dolor. Y como habitualmente no podemos cambiar las circunstancias ni a los demás y solo podemos cambiarnos a nosotros, atribuir al exterior la causa de nuestros problemas nos despoja del poder para llevar a cabo los cambios necesarios.

La trampa de la Culpabilización

   Estas pautas de pensamiento constituyen la mejor receta para el estrés, la ansiedad y la depresión. Pero, cuando cobramos una conciencia imparcial de nuestras pautas de pensamiento, podemos dar un paso atrás y lograr una mayor comprensión del funcionamiento interno de nuestra mente. De ese modo, dicho en otras palabras, dejamos de estar atrapados en el funcionamiento automático de nuestra mente y podemos empezar a trabajar mejor con ella.

La trampa del Exceso

   Esta trampa se refiere a invertir más esfuerzo, dinero o tiempo del necesario en una actividad, cuando el exceso de inversión no aporta más rentabilidad o no es necesario para lograr el objetivo. Los medios exceden de lo necesario para lograr el fin.

   Ejemplo: revisar por cuarta vez un informe que estaba muy bien, dedicar 4 horas a pedir y valorar presupuestos de algo en lo que el ahorro de costes puede ser de 30 euros, hacer el enésimo curso para saber lo suficiente.

   Detrás de esta trampa mental está la creencia de que hay que ser perfecto, de ten cuidado que puede fallar algo, faltar algo. También está la necesidad de tener una certeza absoluta para estar seguros de algo, lo cual es una ilusión inalcanzable.

   Hay un momento en el que hay que decidir parar, porque sino siempre se podrá hacer algo más, mirar algo mas, comprobar algo mas. Ese momento es cuando el beneficio es menor a la inversión. Si sientes que trabajas mucho y obtienes poco, o no avanzas mucho, a lo mejor estas atrapado por el exceso.

La trampa de la Fijación

   La trampa de la fijación consiste en continuar fijado en el logro de un objetivo o tarea cuando su avance esta detenido en espera de la intervención de un tercero, sobre lo que no tenemos ningún control directo.

   Ejemplo: Estamos organizando una reunión en la que vamos a intervenir para las 15 horas y a las 14:15 lo tenemos ya todo listo y terminado. La tarea se completará cuando intervengamos en la reunión, hasta ahora todo lo que dependía de nosotros esta hecho y lo que falta para concluir el trabajo es que se celebré la reunión, que depende de que llegue la hora prevista para la misma y los asistentes, lo que escapa a nuestro control directo.

   En estos casos lo que hacemos es volver a repasar todo lo concerniente a la reunión, estar mirando el reloj para que llegue la hora, impacientarnos, anticipar escenarios de la reunión, preocuparnos por lo que pueda suceder,etc. Lo más productivo seria aprovechar esos 45 minutos de regalo que tenemos para pensar en otras cosas, para ir a dar un paseo y despejarnos, dejar nuestra mente errante y aprovechar ese tiempo sin tener que hacer nada para divagar, todo lo cual favorece la creatividad. O simplemente podemos realizar otras tareas pendientes y adelantar trabajo.

   La fijación nos puede atrapar durante días y semanas, y nos impide disfrutar del tiempo libre, de aprovecharlo adecuadamente. Es estar pensando en todo lo que tengo que hacer el lunes, cuando hoy todavía es domingo.

   Detrás de esta trampa mental están las creencias de que estar ocioso es de vagos, que hay que estar siempre ocupado, que tenemos que tener el control sobre todo lo que nos rodea. La fijación es además una mala gestión de la atención, pues implica no saber cambiar el foco para detectar oportunidades.

   Si no tienes control directo sobre lo que tiene que pasar para lograr el objetivo o cumplir tu trabajo, olvídate de ambos y concéntrate solo en lo que depende de ti aquí y ahora.

   Como verás, hay trampas de todos los colores. En el fondo, una trampa es cuando generalizamos la realidad (“siempre tengo mala suerte”), la distorsionamos con interpretaciones extrañas (“la gente piensa que soy raro”) o porque solo contemplamos una parte de ella (“a nadie le ha gustado la conferencia”): estas tres contienen en su esencia a todas las citadas anteriormente. Si eres capaz de observar tu trampa mental y de aterrizarlo, serás capaz de sufrir menos y, por tanto, de ser más feliz. Sin duda, es un buen deporte para practicar.

La trampa de la Actividad

   Ocurre cuando hacemos y hacemos, sin pararnos a pensar en las prioridades y en sí lo que hacemos nos acerca o aleja del objetivo. Hacemos según van llegando las cosas, sin darles un orden, una prioridad y una importancia. Hacemos por hacer, por inercia, porque incluso necesitamos estar siempre haciendo.

   Ejemplo: Estoy leyendo un informe que necesito para asistir a la reunión de por la tarde y llega un mail, que no es importante, y lo atiendo, dejando el informe. Luego me pasan una llamada y la atiendo, luego entra una colaboradora a comentarme una duda y la atiendo. Después de todo esto me acuerdo que no hice una llamada ayer y me pongo a hacerla, y así sucesivamente. Llega la hora de la reunión y no tengo leído el informe porque me dedique a hacer otras mil cosas.

   Las razones de este comportamiento son no tener claras las prioridades, no saber decir que no, una adicción a probar todo lo nuevo que llega o nos proponen,porque todo nos aburre al poco tiempo de comenzarlo y tenemos que pasar a una nueva rocas. Una fuerte compulsión a la acción sin reflexión es también frecuente en las personas atrapadas en la actividad, que además suelen tener la creencia que pararse a pensar es perder el tiempo.


¡Cuidado con las trampas que afectan las tomas de decisiones!

   A veces sin darte cuenta puedes cometer errores que hacen que tu objetivo se vuelva inalcanzable. Descubre cómo puedes evitarlo. Tomar buenas decisiones es imprescindible para alcanzar el éxito profesional y personal. Si quieres escapar de las trampas mentales con las que inconscientemente te puedes tropezar cada vez que tomas una decisión, lee estas líneas con atención:

   1. Cuidado con lo que das por hecho. Si te pregunto cuánto es la mitad de dos más dos, lo más probable es que me digas que son dos. Esto es porque has asumido que te he preguntado el resultado de sumar dos más dos y luego hacer la mitad. Pero en realidad mi pregunta más bien se resuelve calculando primero la mitad de dos, o sea uno, y sumándole después dos. O sea, resultado final: tres. Cuidado con lo que das por hecho. Ante cualquier decisión importante, hazte la pregunta ¿Qué estoy dando por hecho? Prepara una buena lista con la que identificar todos tus prejuicios y te asegurarás de que los tienes en cuenta conscientemente.

   2. Cuidado con quedarte atrapado por lo que aprendiste en el pasado. Atención a la siguiente pregunta ¿Cuál es el ratón que camina sobre dos patas? ¿Sabes la respuesta? La respuesta es Mickey Mouse. Ahora otra pregunta. ¿Cuál es el pato que camina sobre dos patas? Si tu respuesta es el pato Donald, has caído en otra trampa mental, porque todos los patos caminan sobre dos patas.

   Si es posible condicionar tu mente en solo dos frases, imagina de qué manera tu mente está condicionada por todo lo que has aprendido en el pasado cuando tomas una decisión. Mantente alerta y no te dejes atrapar.

   3. Cuidado con confundir causas y efectos. Imagina que tu hijo no quiere contarte por qué ha roto un plato y por eso le estás regañando. La pregunta es ¿le estás regañando porque no te lo explica? ¿O no te lo explica porque le estás regañando? Evita confundir las causas con los efectos. Antes de decidir, pregúntate siempre ¿Cómo puede mi decisión empeorar el problema?

   4.Cuidado con creer que más información es siempre mejor. Si eres más bien indeciso, esta es tu trampa mental “preferida”. Como no te sientes seguro, buscas más información. Al añadir más información al problema, te sientes más inseguro, por lo que buscas más datos. Y así sucesivamente. Deja de indagar y toma ya tu decisión.

   5. Nunca dejes de lado los datos pero tampoco dejes de lado la intuición. Si eres una persona que se guía por su instinto, tiendes a dejar de lado los datos. Si, en cambio, eres una persona muy racional, tiendes a dejar de lado la emoción. Las dos son trampas igualmente perjudiciales. Recuerda que una buena decisión tiene un buen balance entre datos e intuición. Asegura que tienes los datos, pero chequea también tu intuición. Pregúntate a ti mismo ¿Del 1 al 10, qué tal me siento con esta decisión? Y si no es un 10, entonces pregúntate ¿qué faltaría para que fuera un 10?

   Las buenas decisiones determinan nuestro futuro porque nos llevan a alcanzar nuestros objetivos y, sobre todo, porque nos permiten llegar a ser quienes realmente queremos ser.


INTERPRETACIONES NEGATIVAS

   El modo en que interpretamos los acontecimientos puede tener un efecto extraordinario en nuestro nivel de estrés. Considere, por ejemplo, los siguientes escenarios y advierta cuál es su respuesta inicial. ¿Implica acaso, el hecho de que una persona no lo llame, que ha perdido todo interés en usted, o debería tomarlo como un simple indicador de que está muy ocupada? ¿Una multa por exceso de velocidad significa que el mundo está contra usted o que debe conducir más lentamente? ¿Mostrar las emociones es un signo de debilidad o, por el contrario, de fortaleza? No es inusual que nuestra primera respuesta a estas preguntas sea el resultado de una interpretación negativa, algo que habitualmente discurre de un modo tan rápido e inconsciente que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Pero esta falta de conciencia puede mantenernos atrapados en un círculo vicioso de la tensión física y el sentimiento de ansiedad. El mindfulness constituye, en este sentido, una vez más, un vehículo adecuado para darnos cuenta de las interpretaciones negativas y la clave también para cobrar conciencia de otras interpretaciones alternativas. Así es como lo que inicialmente parecía un desastre puede acabar convirtiéndose en un auténtico regalo.

   Veamos ahora, para ilustrar este punto, la siguiente historia de un anciano sabio, cuyo consejo solicitaba todo el mundo. Un día de verano, llegó un campesino y le dijo: «Lo cierto es que no sé qué hacer. Mi buey ha muerto y ya no puedo arar el campo. Es lo peor que podría haberme ocurrido».

   —Quizás sí o quizás no. ¿Quién sabe? —replicó el sabio, mirándole a los ojos.

   Sumido en la incredulidad, el campesino regresó a su casa y le dijo a su familia que, después de todo, el anciano no era tan sabio y que parecía haberse vuelto loco porque, en su opinión, no había nada peor que la muerte del buey.

   Cuando, a la mañana siguiente, salió a dar una vuelta pensando en cómo se las ingeniaría sin el buey, descubrió un caballo salvaje pastando en los alrededores. Entonces se aprestó a atraparlo, y cuando lo consiguió, concluyó que sus problemas se habían acabado porque, con el caballo, le resultaría mucho más fácil arar que cuando tenía el buey.

   —Le ruego que acepte mis disculpas —dijo, en la primera ocasión que tuvo de visitar al anciano—. Tenía usted razón. Estoy seguro de que, de no haber perdido el buey, jamás hubiese dado ese paseo ni capturado a ese caballo. Esto es lo mejor que jamás me haya ocurrido.

   —Quizás sí o quizás no. ¿Quién sabe? —replicó de nuevo el anciano, mirándole directamente a los ojos.

   —¿Está tomándome el pelo? —dijo el campesino, antes de dar media vuelta y alejarse, mientras pensaba: «Este tipo está loco. Ya no volveré a verlo nunca más». Pocos días después, sin embargo, el hijo del campesino, mientras cabalgaba, salió despedido de la grupa del caballo y se rompió la pierna. Y, dándose cuenta de que no podría contar con la ayuda de su hijo, se dijo: «Esto es lo peor que podría haberme ocurrido».

    —¿Cómo acabaré ahora el trabajo que me queda por hacer? Esta vez tiene que admitir que no podría haberme ocurrido nada peor —concluyó el campesino en su próxima visita al anciano.

   —Quizás sí o quizás no. ¿Quién sabe? —respondió de nuevo, serena y bondadosamente, el anciano, mirando directamente a los ojos del campesino.

   También, en esta ocasión, el campesino se marchó muy enfadado al pueblo. Pero, ese mismo día, llegó al pueblo un banderín de enganche para reclutar a todos los jóvenes sanos y llevárselos a una guerra que parecía interminable. Así fue como la pierna rota del hijo del granjero acabó librándole del reclutamiento y probablemente de la muerte.

   

   

   

Fuentes Consultadas:

https://cordoba.isepclinic.es/las-trampas-de-la-mente/

https://www.entrepreneur.com/article/319442

https://elpais.com/elpais/2014/09/30/laboratorio_de_felicidad/1412063570_141206.html

http://aquavitacoaching.com/7-trampas-mentales-que-estan-impidiendo-el-logro-de-tus-metas/

https://www.letraskairos.com/mindfulness/las-trampas-de-la-mente-que-el-mindfulness-ayuda-a-desactivar

http://aquavitacoaching.com/7-trampas-mentales-que-impiden-el-logro-de-tus-metas-ii/

https://ixcis.org/ante-el-espejo/340-cinco-trampas-mentales-al-tomar-decisiones

https://ixcis.org/ante-el-espejo/340-cinco-trampas-mentales-al-tomar-decisiones



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